La investigadora María Blanca Sánchez afirma que la “resistencia a los antibióticos es ahora una pandemia silenciosa”

Texto: Julio Cárdenas / Fotografías: Aida Cordero y Julio Cárdenas

“Alrededor de 4.000 personas mueren cada año en España como consecuencia de infecciones provocadas por bacterias resistentes, el cuádruple de muertes que las causadas por accidentes de tráfico”, alertó María Blanca Sánchez Martínez, investigadora del Instituto IMDEA Agua, durante el curso Agua y salud, retos de la Agenda 2030, dirigido por Antonio L. López Lafuente, académico de la Real Academia Nacional de Farmacia y profesor de la Facultad de Farmacia de la UCM. La experta señaló en este sentido que el agua ha desempeñado un papel importante en la proliferación de enfermedades y en la resistencia a los antibióticos para combatirlas, ya que “las depuradoras de agua son hotspot -puntos de encuentro- de microorganismos”, como bacterias, protozoos o virus.  

“La resistencia a los antibióticos es ahora una pandemia silenciosa” que tiene como consecuencias diversos problemas para tratar las infecciones y pone en riesgo los tratamientos médicos actuales, mencionó Sánchez Martínez, quien consideró además el agua como una vía de transmisión de enfermedades sumamente accesible para la población, causándole especialmente dolencias gastrointestinales o respiratorias, así como enfermedades relacionadas a la piel, las mucosas o los ojos.

La investigadora definió los antibióticos como un “compuesto capaz de matar o inhibir el crecimiento de un microorganismo a bajas concentraciones”, y la resistencia a estos como “la capacidad de una bacteria para resistir los efectos de un antibiótico”, aunque puede producirse de manera natural o de forma inducida. Si bien los microorganismos son esenciales para ciertos procesos, como la asimilación de nutrientes en el organismo, precisó la experta, existen patógenos oportunistas que se almacenan en el agua y que se han convertido resistentes a los medicamentos.

Respecto al ciclo del agua, María Blanca Sánchez recordó que la ganadería, los cultivos, la industria, los hospitales o las depuradoras, juegan un papel importante en el uso del vital líquido, debido a que implican procesos que impactan en la población como la ingesta de alimentos o intervenciones quirúrgicas, creando “un bucle” que genera una mayor exposición a las bacterias resistentes. Por esta razón, instancias internacionales como la OMS y gobiernos de distintos países ya promueven un plan de acción mundial sobre la resistencia a los antimicrobianos, incluida la resistencia a los antibióticos, y se generan investigaciones para combatir esta problemática, concluyó.