por Jaime Fernández (fotografía: Jesús de Miguel)
Un alto porcentaje de los textos administrativos son difíciles de entender, y al igual ocurre con muchos de otros ámbitos como los legales y los médicos. Para ayudar a la comprensión de esos textos se están desarrollando herramientas que permiten escribirlos en un lenguaje claro, y otros que permiten una lectura fácil para que ellas personas que tengan algún tipo de dificultad a la hora de entender esos y otros textos. Sobre estas herramientas han hablado Antonio Martín, socio gerente de Cálamo & Cran, y Sara Pistola, investigadora postdoctoral de la UNED, en el curso de verano de la UCM en San Lorenzo de El Escorial, “Avances en tecnologías del lenguaje para la sociedad del siglo XXI”.
La mejor manera de explicar lo que son capaces de hacer las herramientas que han presentado los dos ponentes es con un ejemplo real. Tomemos, por ejemplo, un artículo cualquiera de la ley orgánica de Conflictos Jurisdiccionales que dice así: “Cuando los demás órganos de las Administraciones Públicas estimen que deben proponer la promoción de un conflicto jurisdiccional en defensa de su esfera de competencias, podrán solicitar su planteamiento al órgano correspondiente de los mencionados en el artículo anterior. A tal efecto, se dirigirán a él por conducto reglamentario, destacando los motivos que aconsejen el planteamiento del conflicto y razonando, con invocación de los preceptos legales en que se funde, los términos de la propuesta”.
Al pasarlo por la herramienta de acceso gratuito y en abierto que ha creado la empresa Cálamo & Cran, el resultado sería el siguiente: “Si otras instituciones públicas creen que necesitan proponer un conflicto jurisdiccional para defender su área de competencia, pueden solicitar que se presente el conflicto al órgano relevante mencionado en el artículo anterior. Para hacer esto, seguirán el procedimiento establecido por la ley y presentarán los motivos que justifiquen el conflicto. También darán razones y citarán las leyes que lo respaldan”.
La misma herramienta explica que en esta versión revisada ha expresado una idea por oración, ha mantenido las oraciones cortas, de menos de 30 palabras, ha evitado la jerga y ha seguido el orden sujeto-verbo-predicado. Además, ha organizado la información de manera clara y coherente.
Sara Pistola, investigadora en el Departamento de Filología Extranjera y sus Lingüísticas de la Facultad de Filología de la UNED, colabora en el diseño de arText, otra herramienta, también gratuita, en abierto y sin necesidad de registrarse, que al incluir el texto legal y al hacer una revisión informa de que no hay correctores discursivos que enlacen los diferentes párrafos, que hay frases demasiado largas, que se intenten evitar los gerundios y los participios en la medida de los posible, y que se usen términos más trasparentes.
Pistola ha informado de otras herramientas de IA capaces de valorar la lectura fácil de los textos, como Clara, diseñada por Prodigioso Volcán. Cuando se le mete el texto legal arriba mencionado refleja que tiene sólo un 18% de probabilidades de ser claro, tanto por sus frases largas, como por las palabras utilizadas, la falta de conectores para unir las frases, la mala puntuación y la complejidad de las oraciones.
Y, por último, incluso ChatGPT es capaz de hacer una recomendación para mejorar el texto, siguiendo las normas del lenguaje claro, dejándolo de la siguiente manera: «Cuando otros departamentos de las Administraciones Públicas consideren necesario plantear un conflicto legal para proteger sus responsabilidades, pueden pedirlo al departamento correspondiente mencionado anteriormente. Para hacerlo, deben comunicarse de acuerdo con las reglas establecidas, explicando las razones que justifican el conflicto y argumentando, con referencia a las leyes aplicables, los detalles de la propuesta”.
¿Qué es eso del lenguaje claro?
Los dos conferenciantes han utilizado la definición que hace del concepto de lenguaje claro la asociación PLAIN (Plain Language Association International), que considera que una comunicación está en lenguaje claro si la lengua, la estructura y el diseño son tan claros que el público al que está destinado puede localizar la información fácilmente. Además, tiene que ser fácil comprenderlo en una sola lectura y que la persona sepa qué hacer con esa información, para poder decidir.
Antonio Martín añade que el lenguaje claro implica empatía y sirve para ejercer derechos y obligaciones de los ciudadanos. Y, si hablamos de las empresas, sirve para hacer un ejercicio de transparencia y tomar decisiones más rápido, al tiempo que aumenta la confianza de los usuarios.
Añade el representante de Cálamo & Cran que la implantación del lenguaje claro ha ido escalando, poco a poco, desde los años 90, con un manual de estilo del lenguaje administrativo, hasta la ley orgánica del Derecho de Defensa, aprobada este mismo año 2024, en la que se obliga a que los ciudadanos puedan entender los textos legales, para lo que deben estar escritas con lenguaje claro. El propio Gobierno asegura que “se trata de una norma pionera en Europa, cuyo objetivo es dar seguridad tanto a ciudadanos y ciudadanas en el ejercicio de su derecho a la defensa como a los profesionales de la abogacía en el ejercicio de su labor”.
Incluso, de acuerdo con Martín, los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) incluyen cinco puntos que hablan de la transparencia en la comunicación. Algo que “la IA ha comprendido realmente, porque siempre escribe claro”.