por Jaime Fernández, (fotografía: Jesús de Miguel)
“¿Cuántos de vosotros sabéis cálculo diferencial vectorial? ¿Y probabilidades?”. La cantidad de alumnos que levantan la mano ante la pregunta del profesor Pablo Gervas, da una idea del nivel de los participantes en el curso de verano “Aplicaciones de la IA generativa al desarrollo del software”. Dirigido por el catedrático complutense Pedro Antonio González Calero, este curso se celebra en la Facultad de Informática de la UCM para poder llevar a cabo los muchos talleres prácticos que incluye, así como para poder usar los ordenadores que la Facultad presta a los estudiantes que los necesitan. González Calero asegura que, frente al recelo por la tecnología de la IA generativa, que ha surgido de manera revolucionaria, lo que hacen en este curso es enseñar que los programadores pueden aprovecharse de ella para aumentar su productividad.
Pedro Antonio González Calero compara la IA generativa a la hora de programar con el asistente de escritura de Google, “aunque si este te completa las frases, y normalmente con palabras sugeridas que tienen sentido, a la hora de programar la IA te propone una función entera o varias líneas de código que, en su mayor parte, también tienen sentido”. En cualquiera de los dos casos, eso sí, es necesario revisar el resultado, así que, “de momento, no va a cambiar el statu quo, seguirán necesitándose programadores que entiendan que es lo que está haciendo esa IA generativa”.
Asegura el catedrático que, de todos modos, al ser algo tan novedosos, todavía no hay datos contrastados que permitan saber si lo que antes se hacía en una hora, gracias a la IA generativa se va a hacer en veinte minutos, pero “la intuición de los que trabajan con ella parece decir que sí, que vamos a ser un poco más rápidos y, por tanto, más productivos”. Él mismo señala que ahí surge otro tema algo más peliagudo, porque “si aumenta la productividad de los trabajadores, para quién va el aumento de los beneficios. Es decir, el empresario va a aumentar su margen de beneficio porque sabe que al programador le cuesta menos tiempo y puede hacer más trabajo en el mismo tiempo de antes”.
González Calero cree que la IA no va a ser capaz, al menos en el corto plazo, de sustituir a los profesionales que escriben programas, “porque esta tecnología no va a ser capaz de llegar a hacer algo perfecto, y necesitará alguien que lo corrija”. De todos modos, es consciente de que “hay gente muy informada que opina distinto, que opina que dentro de diez años la IA programará tan bien como cualquier programador humano”.
El curso
“Aplicaciones de la IA generativa al desarrollo del software” va dirigido a estudiantes y graduados de carreras técnicas con conocimientos de programación, pero “al ser un curso de verano no hay un filtro formal, así que los docentes tienen enfrente a personas con formación diversa que quiere conocer mejor estas nuevas tecnologías”. Los alumnos van desde un catedrático emérito de la propia Facultad de Informática hasta estudiantes de todos los cursos de grado e incluso uno que viene de la Universidad para Mayores, que han decidido “pasarse aquí cinco días del mes de julio escuchando a grandes profesionales”.
Informa González Calero que la Facultad ha comenzado a colaborar este último curso académico con MIOTI, “una empresa que abarca varias actividades, entre ellas una formación de posgrado muy orientada al entorno empresarial”. La idea que tenían desde esa empresa era ofrecer algún título de formación continua que llevase su sello y el de la UCM, y aunque ya se han aprobado dos másteres para el próximo año académico, este curso de verano es la primera actividad conjunta que realizan en la Complutense, “repartiendo más o menos al 50% el tiempo de las ponencias entre profesionales de la UCM y de MIOTI, con lo que se ofrece la doble perspectiva, la académica y la del mundo profesional”.
El curso se cerró cuando llegó a los treinta alumnos matriculados para poder atenderles a todos en los talleres de cuatro horas que se celebran a diario, después de una sesión teórica de dos horas. A todos los inscritos se les pidió que se pagasen un mes de CHAT GPT Plus para utilizarlo en las prácticas, y es así porque “frente a la versión gratuita, la de pago permite escribir programas propios que hagan consultas al CHAT GPT”.