Lecciones de vida

exto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel

Sara Andrés Barrio es recordwoman mundial de 100 metros lisos. Es la primera mujer que con las dos piernas amputadas por debajo de la rodilla ha recorrido esa distancia en menos de 13 segundos. Gerard Descarrega es doble campeón paralímpico de 400 metros en categoría de ciegos totales. Ambos, junto a Guillermo Rojas, el atleta-guía de Gerard, han ofrecido en los Cursos de Verano, una entretenida charla en la que el deporte ha pasado a un segundo o tercer plano, dando paso a sus historias de superación y, sobre todo, de normalización de sus discapacidades. “Son adjetivos, no pasa nada. Sara es una chica amputada, no es descalificativo, y yo soy ciego; no me llaméis invidente, que me siento peor”.

 

Gerard y Sara se declaran felices, aunque confiesan que les costó. Gerard habla de un tiempo de duelo, de cabreo, de aceptación. De lo complicado que le resultó ser diferente en sus años adolescentes. Pero ahora se cambiaría por pocos. Es más, considera que ser ciego -lo es por una enfermedad degenerativa- le está permitiendo vivir una vida mucho más interesante y plena que si no lo fuera. Sara, que en noviembre hará once años que sufrió un accidente en el que perdió sus dos pies, se queda con las dobles oportunidades que ha tenido para rehacer su vida, ya que también ha sufrido cáncer de tiroides y de piel. “Siempre trato de disfrutar y ser feliz con lo que hago”.

 

Guille, como Gerard llama siempre a su guía en la pista y amigo dentro y fuera de ella, lo cierto es que también ha cambiado su vida. Él era atleta en la sección de atletismo del FC Barcelona; un buen velocista, con marca de 47 segundos en los 400 metros. Cuenta que siempre le ha llamado ser solidario y que varios veranos los pasó por Europa haciendo diferentes acciones de voluntariado. En 2015 se le ocurrió ofrecerse a la Once como guía de atletas. Le dijeron que ya le dirían algo, pero no fue hasta 3 años después cuando recibió la llamada. El guía del campeón olímpico Gerard Descarrega se había lesionado y necesitaban un sustituto de cara al siguiente campeonato de Europa. “Ahí empezó nuestra historia de amor. Ya vamos a cumplir los cuatro años. Tendremos que celebrarlos…”, bromea Guille provocando las carcajadas de Gerard. Lo cierto es que juntos les ha ido muy bien. El verano pasado en Tokio se proclamaron campeones paralímpicos y recientemente se han convertido en la segunda pareja en bajar de los 50 segundos en los 400 metros. Conseguir tal compenetración no es fácil y Guille prácticamente se ha visto obligado a dejar de lado su carrera individual. No le importa, cuando ve la medalla de oro colgada en la pared de su casa siente que su sueño se hizo realidad. “A veces los sueños se cumplen de una manera diferente. A veces, mejor, incluso, de lo que esperabas”, valora Guille.

 

Sara, aunque es la mujer más rápida del mundo con los pies amputados, no ha podido conseguir medalla en sus dos participaciones olímpicas. Como explica, al no haber muchas atletas con las dos piernas amputadas por debajo de la rodilla, en su misma categoría se integran tanto las que tienen solo una pierna amputada, como las que tienen el denominado “pie equino”, no tienen tendón de Aquiles y corren ayudadas por una férula exterior. Sara explica que tanto las atletas unilaterales como las de pie equino tienen una ventaja evidente sobre ella. “Aun así no hay que quejarse. Si algún día consigo una medalla diré: ole, que grande soy”.

 

La charla -que fue introducida por el director general de la Fundación de la UCM, Andrés Arias, y ha formado parte del programa de conferencias extraordinarias de los Cursos- va de broma en broma. Guille pregunta a Gerard si le imagina guapo e incluye a Sara también en el interrogante. Gerard sale del paso como puede y cuenta como su cerebro crea imágenes de cada cosa que le rodea, “que serán o no como en la realidad, pero que a mí me sirven”. También confiesa que le encanta soñar, aunque lo que le hace más feliz es ir solo a la montaña, sentirse libre y autónomo. Cuenta que tras ganar el oro en Río en 2016 decidió desconectar y con su bastón y una mochila recorrió Nueva Zelanda durante dos meses. “Eso me hizo aprender muchísimo, aceptarme y quererme de verdad”.

 

Sara también se quiere. Tras el accidente volvió a dar clases en el colegio donde ejercía de profesora de educación primaria -también es psicopedagoga- y se adentró en el mundo del deporte. Cuenta que tras nueve meses en una silla de ruedas le ofrecieron ponerse “estas prótesis tan chulas”. Como una bebé tuvo que volver a aprender a andar y luego a correr. “Necesitaba hacer deporte, sentirme cansada”. En ese mismo proceso, cuenta, que también aprendió a aceptarse. Durante un tiempo ocultaba las prótesis con pantalones largos. Hoy las luce orgullosa. “Se trata de valorar lo que tienes, no lo que te falta”. “Se trata -cierra Gerard- de buscar nuestro sitio en el mundo. Cada uno tiene el suyo. Quizá no llegue a ser el que soñaste, porque lo perfecto no existe. Pero es el tuyo”.