por Alberto Martín y Jesús de Miguel
“Un antes y un después”. Así califica la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Maite Araluce, lo que ha supuesto el proyecto “Seguimiento y tratamiento psicológico de las víctimas de atentados terroristas en España. AVT-UCM”. “Habéis contribuido a mejorar con creces la vida de las víctimas. Duele, sigue doliendo, pero hemos aprendido a sobrellevarlo de otra manera, a ser capaces de seguir viendo”, agradece Araluce directamente a los catedráticos complutenses de Psicología María Paz García-Vera y Jesús Sanz, directores desde 2012 de este proyecto que, como indica García-Vera, es un “hito” en la psicología clínica española, y que esta semana está siendo analizado en los Cursos de Verano de la UCM en San Lorenzo de El Escorial.
María Paz García-Vera, referente internacional en tratamiento del estrés post traumático –además de su experiencia con víctimas del terrorismo, ha sido responsable, por ejemplo, del teléfono de atención psicológica que el Ministerio de Sanidad puso en marcha en los primeros momentos de la pandemia del Covid-19-, sitúa este proyecto como “una de las cosas de las que más orgullosa me siento”. Lo hace, según cuenta, por muchos motivos, desde los más humanos –“Pertenezco a una generación que tiene una deuda con las víctimas del terrorismo, que sentimos que no hicimos nada como sociedad para solucionar lo que ocurría”- hasta los profesionales, ya que este proyecto ha sido pionero en muchos aspectos. Como explica, hasta su puesta en marcha se creía que una situación de estrés post traumática ya no era reversible pasados dos o tres años del acontecimiento que la había provocado o, por ejemplo, que el dicho popular “el tiempo todo lo cura”, en el caso de las víctimas del terrorismo no es en absoluto cierto. El proyecto AVT-UCM ha demostrado todo lo contrario.
Aunque el proyecto entre la AVT y el grupo de investigación UCM “Intervención y tratamiento en psicología clínica y de la salud” se inició en 2012, María Paz García-Vera –quien en la actualidad es la directora de la Fundación de la Universidad Complutense- sitúa su germen ocho años antes, en concreto en el 11 de marzo de 2004. La Clínica Universitaria de Psicología de la UCM, que durante 16 años dirigió, tuvo una respuesta inmediata a los atentados que se cobraron la vida de 190 personas y dejaron más de 2.000 víctimas, y aquella misma noche fue capaz de publicar una guía de autoayuda, que fue descargada de manera masiva por numerosas personas anónimas –“Aquello hablaba de la cantidad de personas que querían ayudar y no sabían cómo hacerlo”-, pero también por profesionales de la psicología que demandaban una formación especializada. La propia Clínica atendió a numerosas víctimas del 11-M no solo de manera inmediata, sino que dio tratamiento continuado a un buen número de ellas.
Como señaló la catedrática complutense en la conferencia que ha servido de punto de partida al curso, esa primera experiencia directa con víctimas del terrorismo hizo que su propio grupo de investigación, como profesionales de la psicología clínica, se hicieran numerosas preguntas: ¿El tratamiento elegido, la terapia cognitiva conductual centrada en el trauma (TCC-CT), sería eficaz con víctimas del terrorismo? ¿Sus efectos se mantendrían en el tiempo? ¿Solo es válida si se aplica en un primer momento o lo sería con víctimas que presentasen trastornos psicopatológicos muchos años después de convertirse en víctimas?
Para tratar de dar respuesta a esas y otras muchas preguntas, el grupo de los profesores María Paz García-Vera y Jesús Sanz –quien dirige este curso de verano- contactó con diferentes asociaciones de víctimas e incluso con la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior. En 2010 desarrolló un programa de atención psicológica a víctimas de la Guardia Civil y de formación de los propios psicólogos de la benemérita. Pero fue en 2012 cuando formalizó su colaboración con la AVT con la puesta en marcha de este proyecto. El objetivo era saber cuáles de las víctimas pertenecientes a la asociación, que en su mayoría habían sufrido el atentado hace ya bastantes años –de media, más de veinte- presentaban alguna consecuencia psicopatológica que afectaba su vida. Una vez evaluadas, se les ofrecería el mejor tratamiento posible basado en la evidencia científica.
Todas las víctimas de la AVT, las 4.521 han sido contactadas, 2.382 aceptaron ser entrevistadas por teléfono y, de ellas, 1.176 fueron entrevistadas en persona, desplazándose los integrantes del equipo complutense a sus localidades. A 289 de las personas entrevistadas por toda la geografía española –“Hasta hace poco solo nos faltaba por visitar a alguien de Ceuta o Melilla, y ya ni eso”, apunta García-Vera- les fue ofrecido tratamiento y 138 lo han recibido. La mayor parte de ellas aún sufrían, tanto tiempo después, estrés postraumático, pero también había muchas que presentaban cuadros de depresión mayor, de fobia o angustia, por citar los más numerosos. Los tratamientos consistieron en TCC-CT de 16 sesiones semanales, complementadas, según los casos, con técnicas de trastornos de ansiedad o duelo complicado, psicoeducación o terapias motivacionales.
Todo el procedimiento seguido ha hecho que este proyecto, como defiende la catedrática complutense, sea un “hito” nacional e internacional en la atención psicológica a víctimas de atentados o catástrofes, ya que ha sido el primero en evaluar las consecuencias a víctimas a medio y largo plazo; el segundo –tan solo había una experiencia en 2005 tras el atentado en el Metro de Londres- que incluía una búsqueda activa de las víctimas –“Los que están peor son los que no piden ayuda”, recuerda García-Vera-, y el primero en analizar la eficacia y utilidad del tratamiento tiempo después. En concreto, casi el 60 por ciento de las víctimas que han recibido tratamiento han visto mejoradas de manera muy significativa su afección psicopatológica nada más recibirlo, y aunque ha descendido, un importante porcentaje, el 53,7 y el 45,9, respectivamente, se ha mantenido en el seguimiento realizado uno y dos años después.
Las principales conclusiones, por tanto, que según destaca María Paz García-Vera, deja este proyecto –que ha deparado 11 tesis doctorales ya defendidas y 2 más que están en proceso, además de 32 publicaciones en revistas científicas, 4 capítulos de libros, y 2 guías de autoayuda- es que una parte significativa, alrededor de la mitad, de las víctimas no mantiene trastornos psicopatológicos pasado un tiempo, pero, por el contrario, otra mitad sí los sufre. Que a estos hay que buscarlos de manera activa para ofrecerlos un tratamiento. Que no cualquier tratamiento es válido, sino que tiene que ser el que la evidencia científica recomienda por ser eficaz, útil y mantenido en el tiempo, en concreto, a día de hoy, la TCC-CT, y que debe ser dispensado por profesionales con formación específica en este campo.