El investigador José Javier Olivas afirma que “Pegasus no es el software espía más peligroso ni el más temido”

Texto y fotografías: Julio Cárdenas

“Pegasus no es el único software espía (spyware) que existe, ni el más peligroso ni el más temido”, afirmó José Javier Olivas, investigador de la UNED y de The London School of Economics and Political Science, al impartir su ponencia ‘Así investigué el «procés”: el caso de Pegasus y el CatalanGate. Análisis de la desinformación desde la academia’, en el marco del primero de los dos días en los que se desarrollará el curso Desinformación, prensa y seguridad ¿De la posverdad a una nueva «Guerra Fría»?, dirigido por Loreto Corredoira y Alfonso, profesora titular de la Facultad de Ciencias de la Información. En este sentido, el experto señaló que este software tiene un “extraño origen en 2020” y ha sido popular por los escándalos presentados en diversos países como España, México, Polonia, Hungría y Grecia, donde la prensa dio a conocer casos de “espionaje” ligados a instancias gubernamentales, y donde no se han podido crear las capacidades necesarias para combatir óptimamente a estas amenazas cibernéticas.

En contraparte, Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Canadá o Israel, dijo José Javier Olivas, han demostrado ser países referentes en el desarrollo de estrategias en materia de ciberseguridad. Recientemente, Estados Unidos logró desmantelar Snake, considerado el spyware más sofisticado del mercado y que tiene un origen ruso, mencionó. Asimismo, afirmó que la Comisión Pegasus hizo un informe que concluye que la totalidad de los países que integran la Unión Europea, especialmente el gobierno español, tienen que desarrollar sus propias capacidades en torno a la detección de ciberespionajes, sin depender de organismos internacionales.

Además, “la prensa ha enmarcado esto como problemas de espionaje, sin cuestionar ese marco que está cargado de contenido, porque hablar de espionaje tiene una connotación negativa. Si tú hablas que un gobierno está haciendo espionaje el lector que lee eso, lo primero que le genera es desconfianza y un sentimiento negativo”, señaló el investigador, quien considera que esto genera mayor atención en la opinión pública en comparación con utilizar términos como seguridad, monitoreo, vigilancia o seguimiento.

Para finalizar la primera jornada del curso, Adriana Amado, investigadora argentina del Worlds of Journalism Study (WJS) y profesora en diversos países, consideró que “la desinformación ha sido un arma política”, en muchos casos, para influenciar a la opinión pública y responder a intereses particulares. Amado dirigió la mesa redonda “Desinformación a los dos lados del Atlántico”, en la que también participaron José Javier Olivas y el periodista Daniel Gascón, quienes contrastaron el tratamiento de la información por parte de los gobiernos, los medios de la comunicación y la ciudadanía, y concluyeron que cada parte debe asumir su responsabilidad en la codificación y la decodificación de la misma, no sólo verificando las fuentes sino también la fiabilidad y el contexto del contenido.