Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel. Tribuna Complutense
¿Qué tienen que ver Bellini, Gershwin, Mozart y el tema popular mexicano Cielito lindo? En principio nada más allá de que todo es música, pero eso sólo en principio, porque si se mira (o se escucha) más detalladamente se ve que forman parte del repertorio del concierto de clausura del taller de canto impartido en los Cursos de Verano de San Lorenzo de El Escorial por la soprano María Katzarava. Ella misma explica que han hecho un programa variado, tanto canciones mexicanas como ópera y, “por supuesto”, acabando con zarzuelas como La tabernera del puerto, Los claveles y Las hijas del Zebedeo.
En el taller de María Katzarava han participado cantantes de todos los niveles, desde los profesionales hasta los más noveles. Algo que ella misma considera “muy enriquecedor” y que lleva haciendo desde que comenzó la actividad docente en su estudio, en México, donde acepta “a cualquier tipo de artista, sin importar su nivel, ya que todos empiezan a trabajar de la misma manera, buscando el perfeccionamiento del canto”. De acuerdo con ella, los resultados se ven en todos los niveles y “ese es el éxito de cada persona”, algo que aquí se ha mostrado en ese concierto final, que ha sido “una muestra de lo que es trabajar intensivamente con ellos”.
Para cantar, según la soprano, sólo hace falta un requisito previo: tener oído. Conocer que los candidatos tenían esa capacidad de sentir la sensibilidad de la música y de distinguir los diferentes sonidos, tonos y armonías, se hizo posible gracias a un casting previo, con vídeos enviados por aquellos que querían participar en el taller. De todos al final se ha seleccionado a un grupo heterogéneo, que viene tanto de España como de México y Francia, y “pequeño, para poder trabajar bien tres días, que son pocos, pero sustanciosos”. De manera más concreta, los ocho participantes en el taller han sido Irene Bello, Fabián Ramírez, Emma González, Mario Guiot, Adolfo Nieto, Joyce Mumenthey, Luz Valeria Viveros y Cristina Nakad, que en el concierto final estuvieron acompañados por el pianista Ricardo Francia.
Esta heterogeneidad demuestra que “cualquier tipo de persona, sin importar la edad”, puede participar en los talleres de María Katzarava, aunque ella misma reconoce que se enfoca más a las nuevas generaciones, a los jóvenes, para impulsarles a partir de perfeccionamientos que les van puliendo para que puedan llegar completos, por ejemplo, a audiciones, conciertos, concursos…
A pesar de que nació en 1984, Katzarava lleva ya veinte años de carrera sobe los escenarios en los que ha moldeado su docencia. En estas dos décadas ha trabajado con nombres como Zubin Mehta, Plácido Domingo, Daniel Oren, Audrey Saint Gil, Juan Diego Flórez, Irene Theorin o Ramón Vargas y a pesar de que sigue en activo, o precisamente por eso, es una gran amante de la enseñanza ya que “estar activa es muy importante” para trasladar su experiencia a sus alumnos.
Todo lo que ella sigue viajando, conociendo y trabajando lo aplica a los jóvenes y eso les enriquece, porque puede explicarles lo que se siente, lo que se vive y lo que se aprende en el escenario. Y estos ocho participantes, en concreto, han sido “una esponja” de todo lo que ella ha aprendido a lo largo de estos años.
La práctica
El concierto final del taller ha sido un “gran momento, porque han mostrado todo lo que han aprendido, que es muchísimo, y los participantes valoran especialmente subirse a un escenario, sobre todo después de los tiempos pandémicos que han golpeado tanto al sector cultural, así que esto es como agua en el desierto, sobre todo para los cantantes de Latinoamérica, donde todavía la pandemia prevalece muy fuerte, y esta es una gran oportunidad de seguir aprendiendo”.
Sostiene la soprano que a nivel mundial la pandemia ha sido todo un mazazo por todos los contratos que se han perdido y que se están recuperando a partir de la programación de 2023, y que harán falta todavía unos años para volver a reequilibrar todo, aunque lo bueno será que “volveremos con gente joven, con voces renovadas”.
En el currículum de los participantes en el taller ahora podrán presumir de haber trabajado con María Katzarava, y “especialmente en la Complutense, y eso es maravilloso”. Añade la soprano que la UCM es una universidad con mucha proyección en su México natal y que hay muchos intercambios, más allá de que “México y España son dos países hermanos que se llevan muy bien”.
Katzarava asegura que también ella ha congeniado de maravilla con todos los estudiantes, al igual que hace siempre con nuestro país, al que tiene mucho cariño, porque ha vivido aquí durante diez años. Cuenta que en Europa está su carrera y que tuvo una casa en Barcelona, y ahora ha disfrutado muchísimo en estos Cursos de Verano, tanto que, si por ella fuera, volvería cada año, “ya que la experiencia ha sido fenomenal en todos los sentidos”.