SICALÍPTICAS A REMOJO: LA CHELITO, LA FORNARINA Y OTRAS LOCAS DE POSTÍN INVENTANDO EL VERANEO

La investigadora, artista y docente Gloria G. Durán ha impartido la conferencia “Sicalípticas a remojo: la Chelito, la Fornarina y otras locas de postín inventando el veraneo”, sobre aquellas mujeres cupletistas, artistas de principios del siglo XX, que hicieron las delicias de los aficionados a los espectáculos musicales y fueron las primeras en pasear su moda y su estilo por las playas españolas.

Durán, que es doctora en Bellas Artes y profesora de la Facultad de esta especialidad en la Universidad de Salamanca, se remitió a revistas de la época como “La vida galante” o “París alegre”, para cuyos fotógrafos posaban las cupletistas vistiendo los más modernos trajes de baño, aportando ideas sobre lo que podía vestir una mujer por entonces. “La galantería tiene una etimología de autonomía, por lo que las mujeres galantes, las cupletistas, son muy independientes, son mujeres sicalípticas”, ha dicho la profesora.

Y todo ello en unos años, aquellos que coincidieron con la I Guerra Mundial, en los que en España había “cierto espanto” con veranear. “Galdós lo odiaba, Unamuno también, pero era toda una realidad social”, ha señalado Gloria Durán.

La investigadora ha citado a alguna de estas mujeres que marcaron una época en cuanto a las actividades artísticas, como la primera de ellas en aparecer, Consuelo Vello Cano, “La Formarina”, que fue también “la primera rubia de bote”. Como sucedería posteriormente con grandes actores y actrices de Hollywood, la Fornarina “se muere con tan solo 31 años y se convierte en un mito”, explicó la profesora de Bellas Artes. 

En todo caso, para la especialista, la reina de las mujeres sicalípticas fue Consuelo Portela, “La Chelito”. Según Durán, La Chelito “tenía muy mal carácter, pero fue una gran empresaria y llegó a ser la dueña de lo que hoy es el Teatro Muñoz Seca de Madrid”. Asimismo, Gloria Durán explicó que La Chelito fue descubierta por el escritor y periodista Ramón Gómez de la Serna, que iba mucho a la casa de su padre con el también escritor José Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo, Azorín. La artista debutó en 1902 y desde entonces levantó pasiones de anónimos y famosos, como el todavía por entonces jovencísimo pintor Pablo Ruiz Picasso, “que estaba obsesionado con ella, e iba a verla actuar en Barcelona siempre que podía”, ha comentado Durán.