Comer bien para vivir mejor y más tiempo

La investigadora científica del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL, CSIC), Elena Molina, habló sobre las dietas específicas, nutrigenómica y nutrición personalizada, y señaló que, a pesar de que existen seis grandes tipos de dietas, a la hora de recomendar cualquiera de ellas dependerá de aquella a la que podamos adherirnos, según nuestra situación geográfica, económica o de contexto cultural, entre otras variables. Molina, que participó en el curso Alimentos ¿eficaces para mantener la salud y prevenir la enfermedad?, que dirige la también científica del CSIC, Sara Benedé Pérez, destacó la dieta mediterránea y comentó que, según los estudios realizados al respecto, su consumo puede “producir menor incidencia de enfermedades cardiovasculares”.

               En este sentido, según la investigadora, las revisiones generales y los metaanálisis que se han hecho para esta clase de estudios superan los 12 millones de personas estudiadas, por lo que son datos que están bien sustentados por la evidencia científica, y que la adherencia a una dieta mediterránea “parece que sí, que va a producir menor muerte por cualquier causa”.

               Además de la mediterránea, Elena Molina habló de otra de las grandes dietas vegetales: la vegetariana, que también se viene desarrollando desde la Antigüedad, principalmente por motivos religiosos o culturales. En todo caso, la científica señaló que, a finales del siglo XX, estas dietas adquirieron mucho auge debido a cuestiones como el ecologismo, la lucha contra el maltrato animal, la reducción de emisiones de gases o el menor uso del agua en el mantenimiento del ganado. “En estos momentos, el vegetarianismo supone una serie de comportamientos caracterizados por actitudes, percepciones, motivos o dimensiones, muy sociales y sanitarias, es una actitud de vida. Es una dieta con un patrón dietético que excluye la carne y, en mayor o menor medida, otros alimentos de origen animal”, dijo.

               Dentro de estas dietas vegetarianas, de las que Molina dijo que limitan el consumo y en ocasiones hasta se excluyen determinados alimentos, se enmarcan otras más estrictas como las veganas, que no admiten ninguna comida de origen animal, con algunas excepciones como la lactovegetariana, que incluyen leche, o la lactovovegetariana -se consumen alimentos de origen vegetal más leche y productos lácteos, y huevos-, la pescatariana o la crudivegana. No obstante, la investigadora señaló que la multitud de los patrones dietéticos vegetarianos “impide identificar cuáles son los mecanismos por los que esta dieta tiene un efecto beneficioso sobre la salud”, aunque se han relacionado con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y muerte por anempatía isquémica, mejora de la condición de dislipidemia, de los niveles de glucemia y del estado general en ciertos tipos de cáncer.